“Powerful things happen when you combine status, money and community” - Packy McCormick
¿Alguna vez han visto esas zapatillas horribles que vende Kanye West?
La primera vez que las ví pensé que era otro de sus delirios de artista incomprendido. Pero, cuando me enteré de su precio (alrededor de 800 USD) y lo rápido que se agotaron, no me lo pude explicar. ¿Realmente a la gente le gustaban las yeezy?
Lo mismo me pasó la primera vez que vi la colección de NFTs de Bored Ape como fotos de perfil en usuarios en Twitter.
¿Qué es lo que tenía la foto de esos monos tan feos que hacía que miles de personas quisieran comprar su NFT? y, habiendo tantas fotos lindas, ¿Por qué alguien querría usarla como avatar?
A simple vista no tenía sentido.
Pero, si algo me enseñó la sociología, es que todas nuestras acciones cuentan una historia, y que lo que a simple vista parece irracional, en realidad puede esconder un trasfondo lleno de significado. (agradecimientos a el don Robert K. Merton)
Mirando el asunto más de cerca, me di cuenta que algunas colecciones de NFTs funcionan como símbolos de estatus y de capital social, en la medida en que te dan acceso a una comunidad a la que sólo unos pocos logran entrar.
En esta comunidad los miembros son capaces de entrar en contacto con diversas personas y ampliar sus redes. Redes que podrían ser cruciales al momento de manejarse en el mercado de criptomonedas, buscar ayuda, o acceder a cualquier tipo de recurso.
En ese sentido, el mostrar la representación gráfica de tu NFT en redes sociales podría entenderse como un símbolo más de estatus social, y en donde le das a conocer al mundo que sí pudiste acceder a esta comunidad tan exclusiva.
Al final, así como hay gente comprando y saliendo a la calle con sus zapatillas yeezy, hay gente comprando y usando un mono aburrido de foto de perfil.
NFTs: Contexto
Los NFTs están diseñados para otorgar algo que no puede ser copiado. Independientemente de si puedes hacer click en botón derecho y guardar la representación gráfica de un NFT, en realidad sólo una persona es dueña del token.
Es como decir que todos podemos tener la copia de un Picasso en nuestras casas, pero sólo una persona puede poseer la obra original (explicación extremadamente simplista y por la que un purista me discutirá, pero eso da para otro post).
Tal vez por eso es que algunos lo piensan como la simple evolución del coleccionismo de bellas artes, pero, la verdad es que hoy en día cualquier cosa puede ser un NFT, sea arte o no.
Ahora, ¿Por qué algunos NFTs resultan exitosos y otros no?
Estatus social
“People are status seeking monkeys” - Eugene Wei
Una de mis profesoras una vez definió estatus social como “algo que se huele, que se percibe”. Y, si bien no podemos oler los NFTS (¿aún?), los podemos reconocer como símbolos de estatus social porque su posesión hace distinguir del resto.
Esta distinción permite que individuos selectos formen redes que les permiten perseguir estilos de vida similares e incluso tener acceso a ciertos recursos que afectan la calidad de vida. Por ejemplo, estas conexiones pueden ser de utilidad al momento de querer conseguir un empleo, empezar de nuevo en otro país, o incluso formar una startup.
En esa línea, las personas buscamos estatus no sólo por los retornos económicos, sino también por razones psicológicas y emocionales. Porque el pertenecer a una comunidad nos hace sentir bien.
Tomemos como ejemplo la colección de NFTs de Doge Fight.
El poseer un doge fighter es un boleto de entrada a una comunidad en donde los miembros tienen acceso a oportunidades educativas y de colaboración entre ellos. Algunos de sus miembros han declarado que el pertenecer a esta comunidad les ha significado poder tener una guía de cómo manejarse en el mercado de criptomonedas y de qué hacer en caso de situaciones adversas.
Aquí, los dueños de estos NFTs se sienten acompañados y se identifican entre ellos como parte de una misma familia. Una familia con sus propias costumbres y modismos.
En esa línea, estas personas no compran NFTs sólo por la supuesta inversión o retorno económico que pueda significar, sino que más bien lo hacen para poder entrar y beneficiarse de esa comunidad en donde sólo unos pocos han entrado.
Es literalmente el “come for the tool, stay for the network” del que habla Chris Dixon.
Y estas interacciones no quedan sólo en internet.
Miembros de distintas comunidades como Bored Ape o Pudgy Penguin ya han tenido reuniones presenciales, las cuales además de ser 100% exclusivas a sus miembros, incluso han utilizado protocolos basados en registros criptográficos que respaldan su asistencia. Esto quiere decir que a cada miembro asistente se le otorga una insignia única que puede coleccionar y lucir al resto.
Ahora no sólo habría una distinción entre aquellos que poseen NFTs y los que no, sino que también dentro de esa misma comunidad se podrían estar generando distintos rangos.
En ese sentido, no es raro que estas colecciones de NFTs basen su éxito en la comunidad y en el imaginario social que traen consigo. Probablemente por eso no sea lo mismo crear y/o comprar cualquier NFT y, más bien, aquellos con más valor son los que traen consigo esas redes y conexiones sociales.
Más allá de lo racional vs lo irracional
Independiente del desenlace de este fenómeno de los NFTs, creo que es importante mirarlos como algo más que mera irracionalidad.
Esto porque tarde o temprano, aquellos impulsos tendrán consecuencias materiales en nuestra realidad, ya sea en términos de su uso energético o en su capacidad de conectar a dos personas que de otra forma no se hubieran conocido.
Si bien no los compararía con otras tecnologías como Facebook o LinkedIn, este tipo de fenómeno habla mucho de qué es lo que buscamos como seres humanos y como usuarios de internet.