Qué hemos aprendido de un mono que pone las reglas en la oficina

Cultura sep. 26, 2019

La Vicky, una chef de primera, nos hace almuerzo todos los días. Pero los cupos son limitados. Solamente hay 12 puestos, y ya somos más de 40 trabajando en la oficina!

Como la oficina empezó a crecer, tener que decidir cada día quiénes almorzaban se hizo un problema. Agustín lo solucionó haciendo la primera versión de Ham.

Ham (el mono) es un bot de Slack que elige a los que almorzarán la comida de la Vicky.

Ham, el mono

¿Cómo funciona?

El mono nos pregunta por Slack todos los días a las 3 pm si queremos almorzar el día siguiente en la oficina. Tipo 8 pm sortea quienes serán los que almorzarán.

Hay que responderle "sí" o "no"

Si quedas en el almuerzo, se te descuenta “karma”. El karma es como un sistema de “puntos” o una “moneda” de los almuerzos. No puedes decirle al mono que quieres almorzar si no tienes karma!

El mono avisa por el canal de Slack #cooking cuando hace el sorteo

A medida que usábamos la primera versión de Ham, surgieron algunas oportunidades y problemas. Y como somos muchos computines en la oficina, empezamos a atacarlos 💻.

No sé cuándo terminamos de solucionar problemas y cuándo empezamos a hacer experimentos económico-sociales, pero la cosa se nos escapó de las manos (para bien).

Ham terminó siendo un laboratorio para probar dinámicas sociales con activos digitales. Les quiero contar sobre algunos de los experimentos, lecciones y situaciones que hemos vivido con el mono.

1. Confianza

Hubo un momento en que la confianza en Ham se estaba yendo a la cresta. La gente apostaba karma en cualquier cosa. Algunas personas aparecían mágicamente con mucho karma.

Teníamos una tarjeta en Trello sobre eso

Había una sensación de guata de que había algo raro. ¿Por qué yo valoro muchísimo más mi karma que otras personas? ¿Por qué algunos están en modo casino todo el rato? ¿Por qué la gente en modo casino igual almuerza harto?

Y almorzaba harto este sujeto

Con Griffero decidimos descubrir qué pasaba.

Implementamos que en el canal de Slack #karma-audit (yo le quería poner #karma-blockchain) se avisara cada vez que alguien traspasaba un karma o un almuerzo.

Dos horas después entendimos nuestra sensación de güata.

Se confirmaban los rumores. Cuando alguien se iba de la oficina, le transfería mucho karma a algunas personas.

Fome igual.

No estaba prohibido por las reglas. Nada ni nadie decía que no se podía hacer. Pero claramente alteraba el sistema. Algunos quedaban con mucho karma y tenían rienda suelta para gastar.

Pero bueno, desde que implementamos #karma-audit el juicio público hizo lo suyo y estas transferencias fueron mucho menos comunes.

Igual pusimos un límite de transferencia de 5 karmas al día por si acaso 👹.

Lección 1: la sensación de que todos jugamos con las mismas reglas es necesaria para que la gente confíe y le haga caso a un sistema.

Lección 2: en un sistema que maneja cosas con valor, las “zonas grises” se van a usar. No se puede esperar que todos actúen como uno quiere. Hay que ir cubriendo los casos especiales a medida que aparecen.

2. Orden y mercados eficientes

Si alguien quedaba para el almuerzo, podía pasar que al final no iba a la oficina o que le salía un almuerzo en otro lado. Obviamente, a esa persona le interesaba recuperar el karma que usó para asegurar su puesto. Entonces intentaba vender su almuerzo.

Así se empezó a armar un mercado de compra-venta de almuerzos.

Pero el proceso era super desordenado y tenía muchos pasos.

  1. Tenías que avisar por algún canal que querías vender el almuerzo.
  2. Otra persona tenía que ver ese mensaje.
  3. Se tenían que poner de acuerdo de manera explícita entre ellos.
  4. Había que escribir dos comandos para hacer la transacción: uno para transferir el cupo y otro para transferir el karma.

Siempre habían malos entendidos. No se respetaba el orden de los que decían que compraban, las transacciones no eran atómicas (alguien podía transferir el puesto y el otro no transferir el karma) y se perdía mucho tiempo.

Justo llegó Felipe a hacer su práctica. Decidimos atacar el problema. Armamos un equipo con Boris, Memo y Felipe, y desarrollamos un mercado de almuerzos automatizado.

Fue un éxito.

Hoy día es una de las funcionalidades que más se usa.

“Formalizar” el mercado con software nos trajo hartos beneficios:

  • Se hizo todo más ordenado
  • Perdemos menos tiempo coordinando
  • Se respeta el orden de llegada
  • Nadie puede hacerse el tonto y no transferir el karma

3. Escasez

Hace un tiempo, cuando uno empezaba a trabajar en la oficina, se te asignaban 1000 puntos de karma. El almuerzo costaba 1 karma. O sea, tenías para 1000 almuerzos.

Pero 1000 es como mucho. La gente apostaba en juegos de cachipún, resultados de partidos de fútbol, compraba almuerzos por 10 karma, etc. No había una sensación real de escasez.

Decidimos experimentar un poco acá.

De manera absolutamente totalitaria, con Griffero le bajamos el karma a todo el mundo. Si tenías 1000, después de la expropiación quedabas como con 30. Las proporciones entre todos se mantenían eso sí.

Arriesgado igual. Me sorprendió que nadie terminara muy enojado.

Pero resultó. El karma ya no se gasta en cualquier cosa. Es algo que la gente valora más.

Lección: la escasez de un activo es necesaria para que este tenga valor. Si no es escaso, lo más probable es que valga muy poco (hola Venezuela).

4. Experimento socialista

Pero ahora teníamos un nuevo problema. ¿Qué pasa si a alguien se le acaba el karma? Antes tenías 1000, no había que preocuparse mucho del futuro. Pero ahora todos tenían entre 20 y 40. Eso significaba que en 3 o 4 meses podíamos quedarnos todos sin karma y nadie podría almorzar. Ups.

Entonces, ¿cómo lo hacemos para que no lleguemos a cero karma? Evaluamos hartas opciones, pero nos la jugamos con que Ham juntara todo el karma que se gastaba en almuerzos y que lo repartiera entre todos a fin de mes.

Había un pequeño problema eso sí. Si proyectamos el sistema al infinito, pasaría que los que almuerzan poco van a ser muy adinerados, y los que almuerzan mucho van a tener 0 karma durante gran parte del mes.

Para solucionarlo decidimos estimular un poco el gasto. Pusimos un límite a la riqueza. Lo máximo que puedes tener es 40 de karma. Con esto creamos un incentivo para que los ricachones almuercen en la oficina y compartan con la gente. También se consigue que los pobres reciban más karma en la repartija mensual. Bien socialista igual.

A mí parecer funciona bien. El sistema parece estar en equilibrio.

5. Darle el poder a la gente

Trump citó a Bane de Batman alguna vez

Durante un tiempo, hubo una sensación de que los que venían menos a la oficina no eran seleccionados por Ham para los almuerzos. Era fome. Había harta decepción en los que estaban trabajando harto remoto y venían a la oficina de vez en cuando.

Antes de lanzarnos a solucionar el problema, nos hicimos algunas preguntas. ¿Qué queremos arreglar? ¿Qué queremos mejorar? Nos dimos cuenta de que no podíamos definir una solución sin tener eso muy claro. Teníamos que definir nuestra “función objetivo” a optimizar. Nos fuimos en una volada media filosófica y llegamos a la conclusión de que el mantra tenía que ser:

Los que almuerzan poco en la oficina deben tener la oportunidad de almorzar cuando así lo decidan.

El almuerzo es un espacio para compartir con el resto de la oficina. Sería bueno que haya un poco de rotación de los comensales.

¿Cómo le damos más poder de decisión al usuario para aumentar su probabilidad de quedar en el almuerzo? Como somos un poco ludópatas, decidimos implementar apuestas.

Ahora, además de preguntarte si quieres almorzar el día siguiente, Ham te da la opción de apostar. Eso significa que puedes apostar 10 karmas si quieres para el almuerzo del día siguiente. Si apuestas más que el resto, quedas sí o sí!

Así se consigue un buen trade-off. ¿Quieres asegurarte el almuerzo? Entonces tienes que gastar más karma. Pero tienes que ser responsable, o te puedes quedar sin almuerzo hasta el mes siguiente! Ya ha pasado que alguien se queda sin karma por gastar mucho. Como diría el Tío Ben de Spiderman, “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”.

Esta movida fue más capitalista. Le quitamos responsabilidad de decisión al Estado primate y se lo dimos a las personas.

¿Qué vamos a hacer ahora?

Hay algunas ideas dando vuelta. Por ejemplo, que uno pueda ganar karma por hacer buenas acciones en la oficina.

Pero ni idea cómo va a seguir esto. Hace 2 años era imposible pensar que Ham iba a ser lo que es ahora. Tampoco es fácil imaginar lo que va a ser en 2 años más.

Pero siendo bien honestos, el 99% del problema ya está solucionado. Estamos metiéndole mucha ingeniería a esto porque lo pasamos bien y porque nos gusta hacer experimentos con activos digitales. Hemos aprendido harto así.

Y quién sabe! Quizás con algún nuevo experimento esto se transforma en algo que se pueda vender.


Si te interesa saber cómo está funcionando Ham y los almuerzos ahora, puedes entrar a La Guía de Platanus a mirar.

¿De dónde sacamos tiempo para hacer estas cosas? En Platanus los viernes los dedicamos a hacer cosas que nos hagan una mejor empresa. Ham cae en esa categoría.

Andres Matte

Empujando Platanus Ventures.

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